Conde Daniel
Lanzamiento independiente
2018
Disponible en: YouTube
( 8.2 )
Vean, no soy experto en jazz ni musicólogo especializado ni nada por el estilo, pero sé lo que me gusta. Eso básicamente resume mis credenciales en este trabajo; el grado al que reconozco, evalúo y califico el nivel artístico contenido en un álbum de música proviene directamente de la interpretación y apreciación que obtengo del lente subjetivo con el que he sido condicionado a través de años de exposición al arte musical, vivencias, conversaciones, etcétera. El valor de una opinión es meramente imaginario, independientemente de dónde provenga. Habiendo dicho eso procederé ahora a declarar que me gusta este disco, y si me faltara la poca voluntad que tengo para sentarme y teclear palabras a un editor de texto, me atrevería a dejar hasta ahí esta reseña, pero no, mi ética personal y profesional me exige hacer lo intelectualmente responsable y por ello he de compartir con ustedes mis argumentos sobre por qué necesitan el debut de la saxofonista Dina Ramírez, Conde Daniel, en sus vidas.
Atrás quedaron los ligeros y alegres sonidos reggae-pop de De La Rut. Hoy, con saxofón en mano y su primer disco bajo el brazo, Dina se reinventa completamente como artista y ejecutante y se presenta ahora como solista y compositora, sumergiéndose por completo en el género del jazz y trayendo consigo un sonido único influenciado por grandes como John Coltrane y Wayne Shorter pero con ideas inspiradas en el jazz moderno de artistas como Christian Scott y BadBadNotGood. Conde Daniel marca un momento definitivo en la carrera de Dina, quien había venido desarrollando los temas que conforman el disco por bastante tiempo y a los que finalmente logró dar vida junto a sus músicos colaboradores: Victor Arriaza al piano, Laura Pellecer en contrabajo, Cristóbal Pinto en guitarra eléctrica y David Batz en la batería.
Aquí va una serie de palabras con D que también describen el disco: denso, delirante, disonante (en buen sentido), determinado y directo al hueso. Las piezas de Conde Daniel son en su mayoría bastante temáticas y cortas, como miniaturas musicales que abren solo una ventana temporal a lo que suena dentro de la mente de nuestra compositora, pero la duración es lo de menos, las ideas de Dina Dinamita son abundantes y vienen empacadas densamente en cada tema del disco. Es refrescante escuchar composiciones de jazz que no son puramente vehículos para extensos solos de cada instrumento. Las piezas funcionan como un foco de luz para resaltar y enriquecer los temas melódicos del saxofón, donde se concentra la esencia de cada canción. Los solos no escasean tampoco, y las progresiones armónicas de Dina son tierra fértil para cualquier solista, pero su papel no es protagónico, vienen a ser un elemento más bien complementario a la melodía.
Distante, Drops y Duba son las grandes ganadoras en mi opinión, excelentemente planeadas y proporcionadas en cada dimensión, ejecutadas con ímpetu y gracia por todos los instrumentistas. Mención honorífica a Dólar también por ambiciosa. El tracklist viene salpicado de pequeños interludios que dan un sentido conceptual al disco, reflexiones poéticas, sonidos de la ciudad, conversaciones mundanas y reveladoras al mismo tiempo, estampas sonoras del lugar y la época que nos tocó vivir, breves segundos de nuestra existencia que transcurren en medio de la calma y el caos. En la nada también se puede encontrar belleza.
Si después de leer todo esto no sienten en su interior ni el más vago impulso por querer escuchar y disfrutar este disco, pues es posible que mis dotes de persuasión simplemente no estén a la altura, pero en caso contrario, quiero creer que mis esfuerzos fueron al menos parcialmente exitosos y no del todo en vano. Recomendado incluso para los no oyentes del jazz, un disco sólido e imaginativo y un prometedor punto de partida para la carrera de Dina Ramírez.