Déjà Vu
Lanzamiento independiente
2017
Disponible en: Deezer
( 7.0 )
Hacer jazz en Guatemala requiere de un particular espíritu temerario y una convicción artística que bordea en lo irracional. Afrontémoslo, el jazz en el imaginario colectivo chapín se reduce en el mejor de los casos a esa musiquita de trompeta que ponen de fondo en restaurantes caros para amenizar tu plato de fideos con parmesano o quizá sea esa gringada que te obligan a escuchar en el recital del hijo de tu prima para la clausura del semestre en la academia de música en la que estudia xilófono después del colegio ("Ay qué aburrido ¿y no tiene letra la canción?" escuchas atrás tuyo). Un cuadro pesimista sin duda, pero no me malinterpreten, el corazón del jazz palpita vehemente desde hace muchos años en recónditos nichos de las ciudades y pueblos de nuestra querida tierra de maíz y ceniza volcánica. Si uno busca y se adentra lo suficiente en el subterráneo de la comunidad musical de Guate se topará eventualmente con los sonidos inconfundibles del swing en 6/8, acordes politonales de quinta disminuida y escalas descendientes en modo mixolidio provenientes de los instrumentos de esas criaturas mitológicas, los jazzeros guatemaltecos. Aquí el jazz no es un género, esta música se considera una forma de vida y hasta una experiencia trascendental.
Uno de estos personajes, el guitarrista y compositor Cristobal Pinto, se dio a conocer el año pasado con el lanzamiento de su EP debut Déjà Vu, pero Pinto no es nuevo al movimiento de la escena musical, habiendo formado parte por varios años de la banda Yerimkala como guitarrista principal, y ahora, dejando atrás el sonido distorsionado y explosivo del funk rock de su banda anterior, se ha lanzado de lleno a explorar rumbos más personales y ambiciosos, abriéndose al sonido de la guitarra jazz y trayendo al frente su habilidad en el instrumento junto a su Jazz Combo que incluye a Dina Ramirez en saxofón tenor, Antonio Monterroso en bajo eléctrico, Allan Urbizo en piano y Leonel Franco en la batería, y a mi parecer esta ensalada de jazzistas de nueva y vieja escuela da un interesante balance al EP en forma y estilo. Si bien la guitarra está al frente en casi todas las melodías de Déjà Vu, Pinto tiene el cuidado de dar espacio suficiente para compartir el protagonismo con el resto de músicos.
Musicalmente el EP es una especie de retrospectiva, un guiño al viejo estilo de los grandes guitarristas del pasado. Pinto decide apegarse bastante a la tradición y revisita en sus composiciones el sonido clásico y añejado del jazz a la antigua, algo a lo que alude sin duda el título del disco y que es aparente desde sus primeras notas. El enfoque de Pinto en Déjà Vu no esta en explorar nuevos territorios musicales o expandir de alguna manera el lenguaje del jazz, sino más bien en traer de vuelta la estética casi olvidada del bebop de los 40s y 50s, aunque impartiéndole un ligero toque moderno. En ese sentido no podría calificar a Déjà Vu como un disco innovador o aventurado, pero honestamente esto puede incluso ser ventajoso con una audiencia como la de Guatemala, que generalmente no tiene gusto por la experimentación y está más interesada en lo familiar y complaciente.
Hay una agradable mezcla de atmósferas y moods a lo largo del EP: "Dalí" abre con paso ansioso y un tema principal bastante intricado con inusuales modulaciones en sus acordes. El grupo baja la velocidad en "Carmen", la obligatoria balada jazz del disco, conservadora y poco interesante para mi gusto. "Kiko Kiko" continúa en la misma corriente de "Dalí", al parecer Pinto la escribió como una oda a su chucho lo cual ayuda un poco a disfrutarla pero no demasiado. "Tarantela" me encanta por su progresión y por el solo de bajo en crescendo de Antonio Monterroso, al igual que "Beignet", que tiene un dinamismo singular y un toque más tropical. La pieza final le da su nombre al disco y es en definitiva mi favorita, más agresiva y juguetona que las demás, una composición sencilla pero súper efectiva donde la banda completa se luce en ejecución y sentimiento, "Déjà Vu" tiene todos los elementos necesarios y en la exacta proporción para hacerla memorable, un groove infeccioso en la batería, la pegajosa melodía de los vientos y excelentes solos de parte de todos los músicos.
Considerándolo todo, si bien el EP cae del lado de lo tradicional y complaciente, no deja de ser un trabajo bastante sólido para un músico tan joven. Personalmente solo espero que la nostalgia por el pasado no le prive de ver hacia nuevos horizontes en su próxima producción y en su evolución artística.